viernes, 12 de septiembre de 2014

Una vez nos tocó trabajar con un original argentino.

Sigamos hablando de las adaptaciones. Una vez nos tocó trabajar con un original argentino. 

Llegó un momento en que la presión de grabación, ya con el programa al aire, la productora asociada amenazó al escritor con utilizar los libretos argentinos si no le mandaba YA los libretos "mexicanizados". 

Para salir del bache, su servidor diseñó un macro de Word (sí, los originales estaban en ese formato) para cambiar los nombres, algunas expresiones coloquiales, "vos" por "tú", "vosotros" por "ustedes", etc.

Eso alivianó un poco a los escritores, pero aún así, al haber eliminado ciertas anécdotas, poco a poco nos tuvimos que olvidar del original por lo que el equipo literario tuvo que crear nuevas tramas.

O sea, que más o menos a la mitad de la novela mexicana, ya no había NADA que se pudiera utilizar del original (lo que implica un pago desperdiciado en la empresa, por pagar derechos de autor de TODA la novela para los argentinos).

La pregunta que nunca hice fue: si cada vez que se compran los derechos de una novela extranjera, se termina escribiendo una totalmente nueva... ¿por qué empeñarse en adquirir lo "ya probado", o lo que fue "un hitazo" en otras latitudes, en vez de empezar de cero con un original, escrito por talento nacional?




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