miércoles, 23 de julio de 2014

MEMORIAS de la fábrica de sueños: (parte 1 de 8)

Mucho se ha escrito y especulado sobre la nueva ley que prohíbe la publicidad de alimentos chatarra y refrescos, lo cual le ha dado al traste a las telenovelas juveniles e infantiles; yo trabajé 13 años en ellas (las juveniles) y pues, ese nicho se nos ha cerrado.

Lo único que NO voy a extrañar de esa dinámica son las reuniones con mercad...otecnia y "el cliente". Jamás en mi vida he conocido gente más zalamera que los de "ventas" (representando a la empresa) y más intensa que "el cliente" (representando a los anunciantes); es un festín de hipocresía y sobreactuación que ni en el mismo foro de grabación se daba.

Lo más divertido era ver que ambas partes sabían que estaban jugando su rol, instalados en la banalidad y el más puro culto al hedonismo. Las de ventas, siempre tan amables, vestidas tan chic, hablando de las maravillas de su nueva máquina de café expresso; más siempre tensas por el temor de echar a perder la reunión. En dos palabras: "pobres neuróticas".

Por su parte, "el cliente" tratando de ver si podía cambiar la trama de la novela a favor de su producto; (por eso me llamaban a mí, para decirles porqué NO se podía hacer una integración tan obvia); claro, siempre llegábamos a un acuerdo....

....pero no es lo mismo mostrar un celular en pantalla que hacer toooda una subtrama para ver al protagónico soñando con comprar su aparato, yendo a la tienda, comprándolo, para que luego le llame a la protagónica "porque sólo quería escuchar tu voz".

Para "el cliente" una frase: "¡Bájenle a su histeria!

Sin embargo, una vez fui testigo de una práctica que podríamos llamar "gangsteril", por parte de un cliente... pero eso será tema de otro post.

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